Comentario
El centro de las ciudades donde se ubican los monumentos de mayor importancia para la organización de la vida de los ciudadanos de las colonias y municipios está constituido por el foro, cuya monumentalidad está en clara relación con la función y estatuto jurídico de la ciudad a la que pertenece. En su conformación definitiva en las ciudades hispanorromanas del Alto Imperio, el foro es producto de transformaciones que pueden rastrearse concretamente en Emporiae; la antigua colonia focense fue objeto tras la conquista romana de una importante remodelación que puede datarse en torno al 100 a.C., cuando se produce la fundación de la nueva ciudad romana; su elemento central estuvo constituido por el nuevo foro con una superficie de 63 x 38 m. que a su vez se encontraba dominado por la existencia en su lado norte del templo a la tríada capitolina enmarcado con un pórtico de dos plantas; en el lado opuesto se encontraban ubicados los establecimientos comerciales (tabernae), que permiten los intercambios entre el centro urbano y su territorio.
Esta organización se completa en época augústea mediante la inserción de dos nuevos elementos constituidos por la basílica y la curia, cuya construcción implica la destrucción del ala este del pórtico. Semejante transformación ejemplifican las modificaciones que se producen en un urbanismo afín como el de la colonias griegas; el contraste resulta aún mayor en los heterogéneos centros indígenas o en las colonias fenicias. No obstante, con posterioridad al principado de Augusto la proyección que tiene el culto al emperador da lugar a una conformación definitiva del foro de las ciudades hispanas en los que predominan las construcciones de carácter religioso-administrativo.
Con esta funcionalidad, la articulación monumental del foro se encuentra relacionada con la función de la ciudad dentro de la organización provincial hasta el punto de poder diferenciar dos tipos de foros, de los que unos tienen un marcado carácter local vinculado a la organización autónoma de los distintos municipios y colonias, mientras que otros se localizan en las capitales de las provincias y se vinculan a la administración de los correspondientes territorios.
Conocemos la organización concreta del foro provincial de Tarraco construido en época flavia según un ordenamiento urbanístico en terrazas, que se encuentra, de otro lado, presente en un gran número de ciudades hispanorromanas; en su conjunto se individualizan tres espacios diferenciados, de los que el inferior está constituido por el circo, el central por una gran plaza rectangular y porticada de acceso restringido a los representantes provinciales por las llamadas actualmente Torre de la Audiencia y Torre de Pilatos, y el superior, ocupando la parte más alta de la colina aterrazada, por el templo dedicado a Roma y Augusto.
El área ocupada por el foro provincial de Tarraco alcanza las 11 ha. y contrasta en sus dimensiones y monumentalidad con el foro local de la colonia y con los que se documentan en diversas ciudades hispanorromanas. Entre éstos uno de los mejor conocidos es el del municipio de Baelo; su conformación se realiza entre el reinado de Claudio y el de Trajano; concretamente, al período de su promoción al estatuto municipal corresponde la construcción de los tres templos dedicados a la tríada capitolina que, elevados con respecto al resto de los monumentos, dominan por su lado septentrional la totalidad de conjunto; con posterioridad, en época de Nerón e inicios de los flavios se construye la plaza con una fuente ubicada junto al podium sobre el que se eleva el templo, la basílica en el lado meridional, las tabernae para el comercio en el lado oriental y la curia en el occidental; finalmente, en época de Domiciano y durante el reinado de Trajano se transforma el conjunto monumental mediante la erección en su ángulo nororiental del templo a Isis y en el opuesto suroccidental del macellum, que acoge las actividades comerciales.